lunes, 19 de mayo de 2025

 


Manu Guinarte de la web de RTVE

Alma herida, 

tocada por la fuerza del blues.

Su triste vida se resistió

a los dos dólares;

dijo no.

Dijo “no soy buena”.

Dijo “no pude hacer 

nada bien”.


Una madre, a la que no culpó

del hambre en negro

ni del lamento de color,

ignoraba que tomó

la única salida

y vendió

su dulce oscura piel.


Lucha incansable

ante el continuo dolor

golpeado por un “no eres nadie

y nunca lo serás”,

respondido por un “no voy a caer

porque no hay lugar para mí 

ahí abajo”.


La dama canta el blues

tratando de que se escuche

su “hay algo que nunca tuve”,

cuando el amor incondicional

cruza las paredes del club

y la garganta suplica

“toma todo de mí”.


“Quiere que el mundo

sepa lo que canta”,

pero los barrotes de su cárcel

la empujan a olvidar sus palabras,

sus recuerdos.


Cuando la muerte cuelga

de los árboles sureños

como extraños frutos

y navega por la sangre

de sus hojas y sus raíces,

va calando también en su cuerpo

para escuchar como le canta

“deja de perseguirme”,

“no sé como despistarte”,

“me acostumbré a ti”.


Cayó, 

pero hacia las estrellas,

mientras decía

que “lo peor de estar lejos

es que te olvidas 

como son las personas.”

Tan alto subió,

que nunca se le olvidó.